Donde estén las palabras que escribiste, no me importa, hoy las musas que me acompañan no te recuerdan.
Miro el horizonte, y se me antoja distinto, el brillo es menor pero su intensidad quiero creer que es más grande, ya no te reflejas, mejor, no puedo permitirme que nubles el paisaje creado.
Extiendo los brazos, intentado abarcar todo cuanto en mis ojos aprecio. Respiro y mis pulmones agradecen ese aire limpio, no huele a ti, ni lo deseo.
Echo ha andar hacia mi cabaña nueva, viviendo cada paso, sintiendo la frescura de esa hierba mojada bajo mis pies, quizás hasta hoy no lo había notado, pero esta sensación es distinta, y deseo llenarme con este momento, retenerlo, porque es mío, sólo mío. Y no voy a compartirlo con tu recuerdo.
Traigo las manos manchadas, enterré cuanto eras, bajo el árbol que cuidabas, es lo último que por ti haré.
Y rasgo tus ataduras
alzando mi grito
en las inmensas llanuras
que hoy descubro.
Desafiando el rastro
que dejó tu huella.
Borraré tus miedos,
impondré mi voz.
Se acabó.
Ahora llego yo.
Con la furia,
de mis letras
y el coraje que faltó.
