

Hablar de él, es lo más sencillo y complicado del mundo, Miguel era un diamante en bruto sin pulir, todo era cuestión de tiempo, quien tenemos la infinita suerte de conocerle desde la más tierna infancia, sabemos que algún día nos dejaría de piedra, así es, porque era como una mina sin excavar, llena de bellos tesoros por arrancar de la piedra, el día que decidió abrir las puertas salió todo lo que tenía dentro, o parte, porque pongo la mano en el fuego de que aún sólo hemos visto unos pequeños granos de esa excavación.
Digo también que es complicado describirle, porque ni él mismo sabe aún cuánto potencial tiene, va creciendo por dentro, a pasos de gigante, tiene tantas ansias por saber, que aprende sin saber cuanto está creciendo. Se merece todo esto que está viviendo, porque a la vez por egoísmo propio, nos regala su sabiduría, llegar a ver sus libros en los estantes de las librerías, y mucho más, la satisfacción de oír a la gente hablando y recomendado sus preciados y maravillosos libros.
Todo como he dicho es cuestión de tiempo, ese tiempo que el nos dedica para construir sus fantásticos mundos, los que un día fueron sólo suyos y ha querido compartir, convirtiéndolos en nuestros. Arquitecto de palabras vivas, así es nuestro preciado y querido Miánros.
Desde lo más profundo del corazón de las personas que te rodean, siente el abrazo de esos rayos que te envuelven cada día con la magia de cada frase escrita, sigue gritando desde las páginas palpitantes de tus libros, porque ese halo especial que te rodea lo vemos y sentimos todos, sigue excavando y muéstranos a puñados quien tú eres, Miánros.
MIÁNROS
Terminó la frase y preguntó,
sin saberlo,
sin entender que el destino,
un manto tendió delante.
Comenzó su andar temprano.
En su alforja
la brújula de los sueños,
su nómada compañera
y unas hojas en el fondo.
Desorientado y confuso,
emprendió su andar.
Caminando a paso corto,
seguro de su intención.
Tropezó, cayó,
más el polvo se quitó,
miró al frente la vida,
y la senda prosiguió.
Bañó su saber en libros,
viejas reliquias de oro,
cual más bellos y sabios tesoros.
Y creció,
y como gota que estalla y se esparce,
así, así nació Miánros.
Fundió sus palabras aún mudas,
a gritos sobre el papel,
¿cuántas horas?
¿cuántas noches?
para dar forma a su mundo,
nuestro mundo,
el de Dhàniel.
Limpia, brillante,
envuelta en detalles,
acaricia su pluma
como si acariciase un ave.
Sin texturas ficticias,
tiene el don de transformar,
la destreza de crear.
Almaranthya,
ahora es nuestra y
de cuantos quieran soñar.
He perfilado palabras,
que derramen su persona.
Revolví tierra con cielo
para poder describir,
y no hallé rastro alguno,
ni encontré palabra hechas
que describan quien es él.
Más su persona es muy grande,
su humildad más grande aún,
pero inmensa su escritura,
y abrumadora su luz.
Así es él,
así es, Miánros.
Nunca olvides y recuerda,
siempre fue muy especial,
ayer renació de un letargo,
mírale,
hoy nos hace soñar.
Con toda la admiración y el cariño de Printova.